LA RED DE ALAIN

ULTIMO CAPITULO

(A petición de las fans no es el ultimo).

Una vez más Chantal se vio atrapada en su red, esa mirada penetrante que tenía el muy cabrón le volvía loca. Porque cuando el la miraba, la desnudaba y la poseía. Era increíble lo atacada que se ponía tan solo con olerlo. Pero por otra parte había jugado con ella y ese sufrimiento no se le quitaba de la cabeza.

-Escuchame Alain, te voy a soltar, pero no intentes nada o te vuelo la tête.

Se agachó tras el y soltó sus bragas de sus muñecas. Rápidamente y en una maniobra casi impredecible Alain se tiró encima de ella, rodaron por el suelo y la pistola se le fue de las manos para ir debajo del sofá que tenía en su despacho, para echar una cabezadita los días que se quedaba hasta tarde. Dieron vueltas por el suelo forcejeando, el debajo luego arriba y por fin debajo. No se identificaban bien los cuerpos. Era un torbellino de movimientos. Chantal, a pesar de estar en plena forma, no podía hacerse con el. No obstante le agarro por el cuello y comenzó a apretar. No podía respirar, pero no se porque estraño motivo eso le excitó de sobremanera. Ella noto enseguida el crecimiento de su miembro. Aggg !Que barbaridad¡, ¿Como se puede poner así?. Lógicamente, aflojó sus manos, momento en que el aprovecho para voltearla y colocarse arriba.

- ¿Ahora qué, Dama Blanca?. Ahora soy yo quien manda.

Le metió la lengua por la oreja y luego pasó a la boca con violencia, le dio una pequeña arcada al notarla en la campanilla.

Le arrancó la camisa y le apretó los pechos al estilo de todos los hombres, que cuando más los exprimen, piensan que más nos gusta. Su respiración era cardiaca y el mismo se reguló, pues se dio cuenta que ella era un bocado demasiado bueno como para zamparselo en un momento. Chantal con mucha habilidad se deshizo de su oponente y salio corriendo en dirección a la puerta. Un ultimo vistazo hacia el y pudo ver su cara picara y desafiante que sonreía. Escucho su grave voz diciendo: Mon cheri Chantal nous restera toujours Paris.
¡Genial! Alain era peliculero hasta la muerte.
Corrio, corrio y corrio por las calles hasta llegar a una sin salida. Ya era de noche y allí había unos mendigos tirados por el suelo, que al verla llegar se pusieron de pie y fueron andando hacia ella tipo "Triller de Maickel Yackson".
- Te cagas..... y encima voy sin bragas. ¿No querías emociones fuertes?. Pues aquí están.
Corrió y corrió una vez más hasta llegar a su casa. Al entrar escucho a su marido roncar, sigilosamente, se metió en la cama y con el corazón a mil, cuando de pronto el se dio la vuelta y "Pon, pon", se tiro un par de peos, que por primera vez en su vida marital agradeció de buena manera. Después un hummmm que le dejo claro que el tío estaba agusto y no se iba a despertar.
No pudo conciliar el sueño en toda la noche. Por la mañana cuando se despertó, miro su PC y no tenia valor para enfrentarse a el.
Después de darse una buena ducha se vistió y no se sabe porque cojio el coche en dirección al aeropuerto, ni porque llego al mostrador de Iberia, ni porque pidió un billete para París. Y tampoco le importo la cara del empleado al decirle que no llevaba ningún tipo de equipaje.
Ya en el avión cerro los ojos y se dejo llevar, su imanación y su pronta locura le estaban llevando a un desconocido y divertido juego que la sumían en un placer salvaje.
Al llegar a París cojio un taxi que la llevo al barrio de Montmartre. Lo primero que hizo al bajarse del auto fue sentarse en un maravilloso café. Allí pudo deleitarsecon una estupenda baguette y un buen vino, que a cada bocado que daba, le sabia a recuerdos de su juventud.





Practicamente se había criado allí y aquel barrio de artistas, pintores y bohemios le habían dado casi sus mejores años. Con el vino en el paladar, recordó el día que conoció a Pierre. Era un joven pintor alocado y divertido, pero a la vez serio en su trabajo. Quería pintarla, y al principio ella se negó. Pero con su gracia y su labia, Pierre no solo la pinto vestida y en la calle. Fueron unos cuantos, los cuadros que el sacó en su estudio, a medio vestir y al final desnuda.
Una vez finalizado su almuerzo comenzo a pasear por el barrio, sus calles en cuesta, sus escaleras y sus inconfundibles aromas florales. La música la empujaba hacia un café. Dios mio¡ Tanto tiempo sin escuchar esa canción......

Al final de la calle estaba el funicular, impulsada por una fuerza desconocida se encamino hacia el.
Subió al cielo y bajo en las puertas del Sacre Coeur. La Basílica se presentaba imponente a sus pies.

CONTINUARA.........