EL RETO DE LA EDAD

Hija estas loca ¿No ves que podría ser tu padre?.
Pero allí estaba Malena de espaldas a su madre, con el pincel en la mano, metida en su mundo de colores, de pastas aceites y oleres de aguarrás.
Ella tenia un don y lo sabia. Cada vez que se sentaba en aquella silla vieja y rota cerraba sus ojos , los colores pasaban de su cabeza a su mano y de su mano al lienzo. Una vez mas lo había hecho. Sus cuadros eran premonitorios y todo aquello que pintaba sin pensar en lo que hacia se convertía en realidad.
Su madre seguía relatando tras ella, pero las pastas de color azul del mar se confundían ya con el cielo. Sin duda era una playa pero tenia algo especial que daba miedo mirar. La madre callo por un momento y un escalofrío recorrió su cuerpo.



Lo que allí veía era una posible premoción de su
hija y por un momento pensó en arrebatarle el lienzo, tirarlo al suelo y destrozarlo.
Una madre siempre quiere lo mejor para su hija. Ella se había volcado en su educción al ser hija única y mas siendo una madre soltera. Quizás quería evitar su mismo error pero la sobre protección era excesiva.


El día que Malena conoció al hombre de su vida no pensó que iba a caer de esa manera. El cazador...cazado.


Una cita a ciegas para una amiga era todo su interés. Su profesora de pintura la doblaba la edad, era soltera y no se porque estraña razón todo el mundo se empeñaba en casarla y presentarle gente para que saliera con ella. Un día estando en clase, una compañera la lió de mala manera para que esperase en el bar de al lado a un tipo al que tenia que presentar a la profesora al salir de la clase. La compañera tenia que marchar rápido, así que dio el relevo a Malena para que esperase al tio ese. Su papel era darle conversación y entretenerlo hasta que Sonia la profesara, terminara sus clases y presentarlo como un amigo.

Tenia pocas ganas la verdad, pero eso de hacer de Celestina le hacia gracia. Total hacia tiempo que con el único hombre que hablaba mas de dos palabras, era con su portero.
Al terminar su clase, se dirigió al bar, se puso al final de la barra y se pidió un vino blanco bien frió. Tenia la garganta seca y casi se lo bebió de un trago. Pidió otro y con un ligero mareillo se dio cuenta las pintas que llevaba hoy. Una minifalda vaquera que parecía un cinturón, unas botas camperas y un top que marcaba sus dos encantos. Aunque ultimamente le parecían ubres en vez de pechos, realmente no había hombre que no se fijara en ellos, estaban de moda y ella le horripilaban las modas y menos esa machista.
El bar estaba lleno y no sabia como iba a reconocerlo. Pensando en eso entro un hombre alto, pelo canoso y peinado hacia atrás, muy bien vestido con un traje elegante y una mirada penetrante que la empujo y clavo en la pared. No podía apartar la vista de el. No era guapo, no. Era espectacularmente atractivo. Se acerco hacia ella y preguntándola si era Malena, la cojio de la cintura atrayéndola hacia el y dándole dos besos en las mejillas que la hicieron marearse de nuevo. Aspiro tan fuerte su olor que el se dio cuenta y mirándola a los ojos la tiro una sonrisa tan perfecta que no sabia si tenia ya los pies en el suelo o seguía flotando. Hablaron durante un rato, el no quitaba la vista de sus ojos a sus colgantes y de nuevo pasaba a sus ojos. No sabe la cantidad de tonterías que pudo decir, lo que si sabe es que a pesar de ser tan joven e inesperta nunca había estado con una persona tan especial y tan agradable como aquella.
El tiempo paso muy deprisa y en una hora, que le parecieron segundos apareció Sonia sonriente y con pintura en la cara. Malena se la presento y noto como el no le daba el mismo par de besos que le había dado a ella. Después de un par de vinos mas y unos cuantos pisotones de Sonia para que se marchara y dejarlos a solas. Ella decidió marcharse. Pero el insistió demasiado para irse a cenar los tres y Sonia no pudo hacer mas que darse cuenta de que el solo tenia ojos para ella.
El también le doblaba la edad a Malena y a pesar de su aspecto juvenil y su personalidad, se notaba a mil kilómetros que distaban mucho de tener los mismos parámetros y ser un perfil idóneo para ella. Claro que Sonia tenia bastante menos que ella. Rieron y hablaron, la velada fue muy amena. Cuando todo llego a su fin, Sonia se adelanto a la jugada y se ofreció en llevarlo a su casa. Se despidieron en la puerta del restaurante.

Algo había cambiado en su vida y sin darse cuenta se encamino a su casa dando un gran rodeo.
El beso en su mejilla se quedó en su cuerpo toda la noche.